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lunes, 19 de mayo de 2014

Alegría futbolera



Lautaro (1) Moltopenna, nació en Comodoro Rivadavia, una habitualmente ventosa y fría mañana del 20 de Junio de 1961.

Ya de por sí, nacer en Comodoro y encima en invierno – es un mal comienzo, si a esto le sumamos que al ser un feriado provocó los siguientes contratiempos: no había un obstetra de guardia, ni siquiera un cirujano, el parto era complicado porque Lautaro venía “al revés” y con el cordón umbilical enroscado en el cuello. En pocas palabras, una especie de “tormenta perfecta” para el desastre.

Los médicos de guardia optaron por una cesárea. Se hizo, con más voluntad que pericia. La madre de Lautaro aguantó lo suficiente como para verlo nacer, y luego a las pocas horas murió.

El padre de Lautaro hizo lo que pudo: Lloró, puteó y se lo llevó.

Lautaro tuvo que convivir con la sensación de ser el causante de la muerte de su madre, digo convivir porque su padre en los momentos de borrachera no se cansaba de repetirlo y su hermana mayor también se lo reprochó durante gran parte de su niñez/adolescencia, luego quedó embarazada a los 18 años, parió un hermoso pibe de 4 kilos y lo dejó tranquilo.

Con el padre, lo único que tenían en común, era su afición al fútbol, con la no tan grata cuestión, de que ambos eran hinchas de Independiente, pero de C.Rivadavia, así que muchos momentos de alegría no compartieron.

De más está decir que Lautaro no tuvo una vida muy feliz, al menos no durante sus primeros 22 años de vida. Los lugareños dicen que todo comenzó un 9 de Julio de 1983 (otra fecha patria) cuando murió su padre, que tal venga al caso aclarar, era del PJ y digamos que Lautaro también, más que todo porque no le quedaba otra, porque la obsecuencia resultaba ser bastante provechosa, en el sentido que provocaba más acercamiento que alejamiento.

Digo que todo comenzó en esa fecha porque durante el entierro de su padre, conoció a una prima lejana (por la relación de consanguineidad, no geográfica) Marita, que entre otras cosas era radical y ya que estamos, de Independiente de C. Rivadavia y también de Ríver (como suele ser costumbre en algunas zonas del interior – es decir, ser hincha de un cuadro grande)

Dos cosas le ocurrieron a Lautaro, la primera, darse cuenta que la prima lejana (y también muy atractiva) le daba mucha bola y la segunda que esa bola podría fácilmente truncarse en la época de elecciones, así que comenzó su primer acto de transformación Lautariana, se hizo radical.
Con este movimiento lateral, ganó dos cosas, la aprobación horizontal de su prima  (lejana y rebuena) y en Octubre de 1983 festejar con todos los radicales la victoria de Alfonsín.

También vale aclarar, que se hizo hincha de Ríver, así que saboreó más alegrías que con Independiente de C.Rivadavia, además de la habitual tertulia horizontal con su prima, la lejana.

Los años pasaron, varias hiperinflaciones sucedieron y la prima lejana se alejó – esta vez física y geográficamente- y Lautaro volvió a su consabida tristeza. Ser radical ya no deparaba tantas alegrías y ser hincha de Ríver tampoco era motivo de jolgorio regular, salvo durante el gobierno de "Méndez" - durante el cual obviamente Lautaro se hizo Menemista.

Los años siguieron pasando y en un momento de reflexión, pensó que un lugar nuevo podría darle más sentido a su vida y decidió mudarse; a Buenos Aires.

Buenos Aires, con mayor precisión, el barrio de Barracas, no fue precisamente un picnic, pero al menos consiguió un trabajo bastante agradable y además no había tanto viento. Cada tanto, para aplacar la soledad, salía con alguna “señorita” de la zona.

Un día que andaba bastante bajoneado, mientras pasaba junto a un bar, oyó el estruendo de alegría de los parroquianos, asomó su cabeza y vió que Boca estaba ganando la Copa Mundial de Clubes, así que Lautaro – sin dudarlo un instante - decidió entrar al bar y comenzar a gritar junto con los demás parroquianos: ¡¡Dale Bo…Dale Bo!! – Los parroquianos lo recibieron con mucho cariño y cervezas. Esa noche conoció a Silvia, una xeneize fogosa y borracha, el combo perfecto para seguir festejando.

 Al día siguiente, salió y se compró una remera de Boca - y ahí puede decirse que comenzó su verdadera carrera de de “camaleón futbolero”.

Básicamente, Lautaro descubrió en el fútbol una manera de “compartir alegrías” – lo principal era no encariñarse con ninguna camiseta. Ir por donde iba la victoria. Se hizo de Vélez, de San Lorenzo, de Newells, de Lanús, en fin, de cualquier cuadro que "lo dejara bien".

Por razones obvias, raramente hablaba de fútbol con los compañeros de trabajo, a quienes ante la pregunta “¿De qué cuadro sos?” Siempre respondía: “No me interesa el fútbol”, aunque igual cada tanto pisaba el palito, porque para alguien que no gustaba del fútbol, sorprendía mucho cuando corregía a sus colegas diciendo cosas como “XXXX no jugaba en tal equipo en tal año, sino en YYYY” Lo más notable es que conocía los puestos y movimientos de equipos de todos los colores y niveles. Hasta conocía sobre jugadores del  Liverpool, Barcelona, Corinthians, Nacional, etc.

Mucho no se sabe de Lautaro hoy día, algunos dicen que sigue por ahí, “coleccionando camisetas” de distintos equipos de fútbol.

Algunas malas malas lenguas dicen que previendo el posible resultado del Mundial del 2014, ya encargó una “verde amarela” nueva, porque que el tipo es un parásito de la alegría futbolera ajena, no hay dudas, pero al menos se mantiene actualizado.


(1)    Lautaro en idioma Mapuche significa ave de rapiña.

¡¡FELICITACIONES A LOS PLUMÍFEROS!! - más que todo porque hace tres años se iban a la B y ayer salieron Campeones y de la manera correcta, dependiendo de su propio resultado y por goleada. Un título ganado como corresponde.

¡¡¡Y SE VIENE EL MUNDIAL!!!